Andy Robinson: Escoles públiques amb ànim de lucre


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Andy Robinson: Escoles públiques amb ànim de lucre

L’educació és el pròxim laboratori de la privatització de serveis públics a Gran Bretanya, Suècia i Estats Units.

 

Londres

Fundada por un gestor de hedge funds (fondos de gestión alternativa), Arpad Busson, la empresa Absolute Returns for Kids (retornos absolutos para niños) es la gran esperanza de la primera fase de reformas en el sector de la educación, pro mercado, promovida por los tories británicos

Financiada a través de donativos de la City, ARK es líder de una docena de empresas sin ánimo de lucro que gestionan cadenas de escuelas que se han desvinculado de las autoridades públicas regionales. Conocidas como academias, ya son más de 2.000, casi el 50% de las escuelas de educación secundaria, y muchos creen que acabarán siendo el 100%. ARK suma el dinero que recibe del Estado por cada alumno a sus propios fondos filantrópicos: Busson, acompañado de su pareja, la actriz Uma Thurman, organiza fiestas en las que subasta clases de tenis a cargo de Roger Federer o lecciones de piano impartidas por Elton John. Es la cara humana del proyecto del ministro Michael Gove, la primera fase non profit de la privatización de la enseñanza estatal. Pero la otra cara empieza a asomarse ya en documentos confidenciales e informes de los think tanks más próximos a Gove. Esta se llama for profit (con ánimo de lucro).

Las escuelas privadas, por supuesto, siempre han formado parte de la oferta de la educación británica. Rugby y Eton siguen recibiendo a alumnos con pedigrí postaristocrático sin problemas para pagar un ojo de la cara por incorporarse a la élite. El plan de Gove va más allá. Treinta años después del primer experimento privatizador de Margaret Thatcher, se pone en marcha paulatinamente otro experimento en el cual el Estado pagará directamente a empresas privadas, muchas de ellas multinacionales, que luego sacarán beneficios de las subvenciones. Ya se hace en la escuela de Breckland, en el condado de Suffolk, gestionada por la empresa sueca IES. Esta compañía firmó un contrato con el Ministerio de Educación, que le pagará un total de 21 millones de libras durante un periodo de diez años. “Es muy rentable; si el Estado te paga 4.000 libras al año por cada alumno y te quedas con 500, tienes un margen bastante bueno”, explica Stephen Ball, del Instituto de Enseñanza de la Universidad de Londres. ¿Y esto cómo se hace? “Pues bajando los costes, con menos profesores cualificados, más software, menos gimnasios, cerrando laboratorios de ciencia”, responde.

En Suecia, el 19% de las escuelas están gestionadas por empresas que cobran beneficios directamente al Estado. Es un negocio tan rentable que dos fondos de inversión han adquirido las operadoras más grandes. Otra escuela estatal británica es gestionada ya por la multinacional estadounidense Edison, que ha ganado millones de dólares en el polémico programa de escuelas chárter. Ahora, según documentos filtrados al diario The Guardian, otra multinacional estadounidense, K12 (fundada en su día por el financiero, conocido como el rey del bono basura, Michael Milken), puede estar a punto de entrar en el sector de las academias británicas.

Gove ha dejado entrever que quiere seguir lo antes posible los pasos de Suecia y Texas. Pero hay un problema: la opinión pública. “La gente aún tiene muchas reservas respecto al for profit en la enseñanza”, cuenta Lucy Lee, del think tank conservador New Exchange, presidido anteriormente por el mismísimo Gove. “Por eso, proponemos usar empresas que llamamos social enterprises con un tope de beneficios del 35% de los ingresos que vienen del Gobierno”. Según un documento filtrado a los medios británicos la semana pasada, ya existe un plan para “reclasificar las academias y que así puedan entrar empresas con ánimo de lucro”.

Aparte de las academias, las llamadas free schools, creadas por grupos privados que luego reciben financiación del Estado, serán idóneas para facilitar la entrada de empresas con ánimo de lucro, según los think tanks conservadores. “Si se aprovecha el afán de lucro, las free schools podrán abrirse a un ritmo más rápido”, sostiene un informe de Policy Exchange titulado Social enterprise schools.

La enseñanza es la próxima frontera de la privatización inglesa, dice Ball: “Hace treinta años empezaron con servicios duros como el gas, la electricidad, el agua, las telecomunicaciones, los ferrocarriles. Ahora pasa a servicios blandos: protección social, desempleo, sanidad. En la coyuntura actual de crisis es un buen negocio porque el Estado paga bien”, comenta.

En España también “vas a ver muchas presiones de lobbies a favor de la entrada de empresas con afán de lucro en el sector de las escuelas concertadas”, añade Ball, en cuyo nuevo libro, Global education inc., investiga la rápida expansión de empresas privadas en la enseñanza pública a escala mundial. “José Maria Aznar y la FAES creen que el afán de lucro inyectaría energía al sistema escolar”. Cognita, una de las empresas con los planes más ambiciosos de expansión global, presidida por el expresidente de Ofsted (el regulador del sector de enseñanza británica) Chris Woodhead gestiona cuatro escuelas privadas en España. Recibe financiación del fondo de inversión Bregal Capital.

Aparte de usar términos como empresa social para referirse a estas compañías, hay otra estrategia gubernamental para ir modificando la opinión pública en favor de la privatización. “Van a dar el mensaje de que la enseñanza pública está rota y que el sector privado debe llegar para arreglarlo”, añade Ball.

Y, efectivamente, según Lucy Lee, el sistema de valoración de las escuelas del regulador Ofsted va a ser más exigente. “A partir de ahora, ser satisfactorio no será suficiente”, indica. De modo que el 40 % de los institutos estatales que habían alcanzado esta categoría de suficiencia “de ahora en adelante se considerarán mediocres”, añade.

El verdadero reto, sin embargo, será explicar a la opinión pública cómo empresas privadas cuyos benéficos les llegan del Estado van a ayudar a reducir el gasto público a la vez que mejoran la calidad de la enseñanza. Lee insiste en que el sector privado for profit será mucho más eficiente que el público. “Creará valor, eficacia, más flexibilidad, más innovación y más competencia”, subrayó.

Todo indica que la forma más rápida de reducir costes para crear márgenes de beneficios será recortando plantillas y bajando los salarios de profesores, equivalentes al 80% de los costes en la enseñanza. Y “ahí está la paradoja”, afirma Ball. “Porque lo más importante para la calidad de la enseñanza son los maestros y profesores.

 

Texas, colegios virtuales de bajo coste

Uno de los modelos para la privatización de la enseñanza estatal que se desarrolla en países europeos es Texas. Nacieron en este estado las llamadas charter schools que, al igual que las nuevas academias británicas, reciben financiación estatal por cada alumno pero no se someten a las normas y la supervisión que rigen en las escuelas públicas normales. Aunque deben ser gestionadas por patrocinadores caritativos, las escuelas charter pueden subcontratar la gestión a empresas con afán de lucro, y es lo que suele ocurrir. George W. Bush creó el primer plan de charter schools en Texas, cuando era gobernador del estado. Luego, cuando llegó a la Casa Blanca en el 2000, lo puso en marcha en todo el país bajo el programa No child left behind (que ningún niño se quede atrás)Obama ha intentado tímidamente desmantelar el sistema.

En Texas se crearon unas 200 escuelas charter. “Hubo unos cuantos desastres”, explica Gail Collins, en su nuevo libro As Texas goes… En Arlington, un reportero descubrió una escuela que “no tenía ni mesas ni sillas; sólo un sofá y el suelo de cemento para sentarse”, cuenta Collins. “Tampoco había libros de texto, ordenadores, pizarras ni un cuarto de baño en condiciones”. En Houston, una organización cristiana montó una charter school en una iglesia donde los alumnos usaban las mesitas de misa para trabajar.

Pese a los desastres, el programa encantó a Wall Street cuando se puso en marcha en el 2002. “Los hedge funds (fondos especulativos) y otros inversores se entusiasmaron ya que, en tiempos de difícil financiación, un contrato con el Estado durante diez o veinte años crea un flujo constante de financiación que puede ser convertido en crédito”, advierte Collins, columnista de The New York Times.

Diez años después, 400.000 niños asisten a clases en escuelas charter gestionadas por empresas con afán de lucro como Edison o K12. Esta última fue fundada en el 2000 por William Bennett, exsecretario de Educación de Ronald Reagan que se convirtió en el principal impulsor de las escuelas virtuales. En estas se sustituyeron los profesores de carne y hueso por otros que impartían sus clases por internet. Según Collins, “los márgenes de beneficios para K12 en las escuelas virtuales podían ser enormes; cada profesor virtual podía dar clases a muchos más alumnos que un profesor normal”. Para cada niño que se matriculó en la academia virtual de Tennessee, K12 recibía 5.387 dólares del Estado. En total la empresa ingresó 10 millones de dólares de dinero público al año para sus escuelas virtuales. En Pensilvania, K12 registró beneficios por valor de 70 millones de dólares en el 2010 en su ciberescuela Agora. Según The Guardian, K12 ahora tantea las oportunidades de negocio en Inglaterra.

La cuadratura del círculo de cómo registrar beneficios mientras se reducen costes para el Estado es difícil de lograr. Pero, echándole un poco de imaginación, los ejecutivos de K12 y otras empresas daban con fórmulas. Por ejemplo, en Texas el 40% de los profesores reciben su formación de una empresa privada con afán de lucro, IteachTexas. Estos estudiantes consiguen el 50% de su formación práctica, dando clases gratuitamente en las escuelas privadas sustituyendo a profesores cualificados. Puede ser eficiente y productivo desde el punto de vista del inversor. Pero los resultados para los niños dejan mucho que desear. El 60% de los estudiantes de la escuela virtual Agora no llegaba a niveles elementales de matemáticas o lectura, según un estudio de The New York Times. Otros informes concluyeron que los resultados de las escuelas charter virtuales son muy inferiores a las escuelas públicas a las que sustituyeron.

Incluso en los casos en los que el proceso de segregación social fomentada por las escuelas charter les proporciona niños de familia más ricas, “no hay gran diferencia en resultados frente a las escuelas estatales normales”, dice Stephen Ball del Instituto de Enseñanza. Un estudio de la Universidad de Colorado concluye que sólo el 25% de las escuelas virtuales con afán de lucro cumplieron con las normas federales. Pero mejorar la calidad de la enseñanza quizás jamás haya sido el objetivo de la privatización sino generar negocio para empresas con lobbies influyentes en Washington. “Cada vez más dinero del contribuyente para la enseñanza pública acaba en empresas for profit. Vayas donde vayas, verás una empresa grande con su mano tendida”, dice Collins.

 

Suecia , líder en privatización

La cuna de la socialdemocracia escandinava, Suecia, es líder mundial en la privatización escolar. Una de cada cinco escuelas suecas ha salido del sistema estatal (aunque sus ingresos todavía proceden del presupuesto público). Más del 60% de estas son negocios con afán de lucro. Las tres empresas líderes -John Bauer, Acamedia y Kunkpasskolan- gestionan casi 200 escuelas con un excelente margen de beneficios. Pero los beneficios a veces atraen a inversores sorprendentes. John Bauer y Acamedia han sido adquiridas por dos fondos internacionales de inversión, Axcel y EQT. “En cualquier momento estos fondos decidirán que un hotel es más rentable que una escuela”, dice Stephen Ball del Institute of Education.

Andy Robinson, La Vanguàrdia, 05/03/2013

 

 


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